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Jóvenes sanluiseros continúan legado de Fidel

San Luis, Santiago de Cuba, may. 4, 24. _ Más de seis décadas han transcurrido desde aquel glorioso primero de enero de 1959, y desde ese entonces, la visión futurista de nuestro entrañable Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz vislumbró que serían los jóvenes los impulsores de esta hermosa obra de la Revolución; que se había forjado con la sangre de otros mozos.

No existía ocasión en que Fidel se dirigiese a los jóvenes que no se pudiese descubrir en sus palabras la sinceridad acompañada de la seguridad, de confianza plena en los valores que habitaban a su audiencia; esa audiencia de jóvenes que durante horas escuchaban las palabras de quien se convirtió en nuestro guía eterno.

Eso lo hizo alguien sumamente cercano y nunca dejó de serlo, ni para aquellos primeros jóvenes beneficiados por la obra de la Revolución, ni para sus descendientes, generación tras generación hasta llegar a los jóvenes cubanos de hoy.

Sin lugar a dudas, los mensajes transmitidos por aquel profeta de su tiempo y de la eternidad se convirtieron en herencia, en plataforma inigualable para entender la realidad cambiante del mundo en que vivimos, y a cuyos convulsos procesos hemos logrado sobrevivir, en gran medida por su sabiduría infinita, pandemias, crisis económicas, y tantos otros sinfines de problemáticas que aquejan hoy al mundo.

Sobradas son las razones para que, aún sin estar presente en su forma física, sigamos su ejemplo, tutelando a los más bisoños hijos de esta isla rebelde y batalladora, pues más allá de sus siempre profundas reflexiones, está el ejemplo intachable, el hacer consecuente con el pensamiento, la demostración desde el actuar individual de cuánto puede hacer un ciudadano por su país, de cuánto podemos hacer todos unidos, como nos llama hoy la máxima dirección del Gobierno y el Partido.

La juventud cubana desempeña un papel de extraordinario valor, quizás como no lo ha hecho ninguna otra juventud. La educación, la defensa del país y la prédica de un futuro mejor; son solo algunos de los retos ante los que han sabido crecerse. Siempre demostrando ser dignos herederos de valores de altruismo, valentía, modestia, sacrificio, solidaridad, responsabilidad, valores éticos y morales instruidos por nuestro entrañable Comandante en Jefe.

Esa es la más sincera de las verdades y es por ella que cuando un niño, adolescente, o joven exclama: ¡Yo soy Fidel!, tengamos la certeza de que puede faltarle mucho aún por crecer como ser humano para llegar a esa meta, pero existe un corazón y una mente, con la más firme convicción de conseguirlo.

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