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El pensamiento del Che Guevara y Antonio Maceo presente entre nosotros

San Luis, Santiago de Cuba, jun. 14, 23. _Dos ejemplos de valentía, entrega y humanismo son, sin dudas, Ernesto Che Guevara y Antonio Maceo, dignos exponentes de su tiempo que entregaron en lozana etapa de la vida lo mejor de sí por defender una causa justa.

El 14 de junio de 1842 nació Antonio Maceo, ese mismo día, 86 años después, lo hizo Ernesto Guevara, uno santiaguero, el otro argentino, miles de kilómetros los separaban, un mismo objetivo los unió.

Ernesto Guevara fue un hombre valiente, lleno de sentimientos, que sacrificó y dejó detrás las cosas hermosas de la vida, por perseguir sus sueños, por luchar por un mundo más justo, ha dicho su hija Aleida Guevara.

No conozco yo General Maceo, soldado más bravo ni cubano más tenaz que usted, le escribió Martí al titán.

Ambos héroes son hoy paradigmas indiscutibles de las nuevas generaciones, de ellos los cubanos heredamos también la valentía, el arrojo, el espíritu justiciero y el amor por los pobres del mundo.

Como padres, ejemplares, a Maceo se le conoce un solo hijo, Antonio Maceo Marryat y según se cuenta, a pesar de la distancia y del consabido conflicto que pudo provocar en su matrimonio con María Cabrales, prodigó la atención requerida al niño, valiéndose de la sensibilidad de algunos amigos de confianza para hacer llegar a la madre con frecuencia dinero para que se ocupara de la educación y la manutención del chico.

A pesar de su reincorporación a la guerra junto a un grupo de patriotas, el 1 de abril de 1895, no olvidó las responsabilidades paternales, y para mayor tranquilidad hizo trasladar a Toñito hacia Kingston al cuidado de su hermano Marcos y su amigo Alejandro González, a quienes indicó cuestiones precisas sobre la educación y asignaturas que debía recibir el adolescente en formación.

“Los padres no siempre tienen automáticamente el afecto y el cariño de sus hijos, hay que cultivarlo, ganarlo, y mi papá no había tenido tiempo para hacerlo. Sin embargo, siempre lo he querido, lo he respetado y lo he admirado”, contó Aleida Guevara.

“Papi demostró que era un hombre con una gran capacidad para amar, y que, a pesar de la distancia y el tiempo, logró que nosotros lo quisiéramos y lo amáramos”

“No puede haber un símbolo superior, no puede haber una imagen mejor, no puede haber una idea más precisa, para buscar un modelo de hombre revolucionario”.

Un buen ejemplo es su carta de despedida.

A mis hijos

Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:

Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds.

Casi no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada.

Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.

Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.

Hasta siempre, hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de Papá.

 

 

 

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